19 de junio de 2007

23.03


Son las once de la noche y aún sigo aquí. Siempre escribiendo sobre lo mismo, esa mierda que nadie consigue entender. Y no me gusta. No sirve de nada llenar un escritorio de un montón de hojas desordenadas para pretender hacerte creer que estás aprovechando el tiempo cuando a solo dos metros de ti hablan de neodarwinismo, biotecnología y esas cosas. Y sin lograr hacer nada al respecto te abrazas a la idea de superación, ambición, ego y demás. Y sin hacer nada.

Exprimir una idea al máximo y pretender que una transición suene tan original. Paridas por el estilo. Ésto es algo que no merece la pena leer, dejando a una lado lo que tenga intención de significar. Pero claro, es difícil no repetir lo mismo una y otra vez. Eterno retorno según el bigote ese que trataba a los caballos de usted.
Tiras la moneda un número impar de veces y siempre sale su cara (lo que puede llegar a significar esa persona para ti, un hermano, tu princesa). Son las pequeñas cosas las que te hacen cambiar. Es ese desayuno en que recuerdas verla sonreír, es ese cuadro que alguien pintó para ti. Cerrar los ojos e imaginar cómo sería tu vida con solo una canción de Sabina y un montón de monedas en el bolsillo.

Malgastar otro buen título. ¿Alguien da más?

("No todo hombre errante anda perdido")

14 de junio de 2007

Castillos en el aire


Ansiedad efímera, no es más que un alarde de bipolaridad. Sentirse abrumado con la idea de imaginar, de soñar; hablar siempre de lo mismo y esperar que suene innovador. Son tantas las margaritas dehojadas que no recuerdo porqué lloraba aquella noche. Y no sabes en qué momento llegó, no consigues encontrar la razón por la que miras titubeando cada día antes de acostarte el buzón, espectante por encontrar una carta suya. Intentas salir de esa rutina en la que has caido, buscas el modo de no perder el tiempo con tus absurdas reflexiones, preguntándote porqué no leíste el libro que te regaló, porqué no te aburre escuchar siempre la misma canción.

Siendo todo tan borroso aún me atrevo a sonreír cuando me preguntan por mi nuevo corte de pelo. Idiota. Idiota por creer que todavía conservo esa pizca de singularidad de la que antes me abastecía, gracias a la que dejaba poco al juicio de los demás cuando pasaba por su lado.

Inculto, afable, malcriado, iluso, derrochador, insensato, cínico, bufón...
(Soñador)