3 de marzo de 2008

Become a monster


¿Y ahora? Retuerce cada esquina de su diario, recordando cada una de las caras que pisoteó. Y desde el otro lado de la puerta no logras más que percibir el denso humo que desprende cada cigarrillo. Escuchas desde fuera como abre la mirilla y deja caer delicadamente su mano derecha sobre el marco. Te alejas. Miras hacia abajo y ves como sus pies hacen dos sombras inmóbiles al trasluz, finges arrodillarte para mirar mientras no dejas de observar, fijamente, la manivela. De repente tus mejillas se alborotan, tus rodillas tiemblan contra el suelo y el puto codo derecho no para de tambalearse, sientes como tus gotas de sudor chocan contra el suelo, sientes como tu corazón estalla a cada latido, como tu garganta murmura lamentos cuando intentas tragar. Pero no dejas de prestar atención a cada uno de sus movimientos. De un suspiro nace un destello desde un charco de agua que tienes a tus pies, lo miras fijamente y te ves reflejado en él; levantas la cabeza y te vuelves a mirar, asumiendo ser el monstruo en el que te has convertido.

(Lidiar con el destino,
miedo a afrontarlo.
Una cruz para cada alma,
un alma para cada cruz.)

1 de marzo de 2008

Buscando un poeta...

Y vuelves a mirar a través de la ventana, alejado de sueños y magia, alejado de hábitos y burdas presunciones. Juzgas cada detalle de tu amargo día, tratando de no lidiar con la desesperación otros veinte minutos más. Frotando cada recuerdo contra la pared, jugando a olvidar la forma correcta de hacer feliz a alguien. Jugando a ser uno mismo.

Y vuelves a mirar a través de la ventana esperando una sombra que te haga negar mentiras, aún sabiendo que te has preparado mil y una de ellas para dibujarle una sonrisa a tu conciencia cuando termine su atropello. Feliz en el momento en que se pone el sol, no tanto cuando la luz te hace recordar copas y torturas.

Y vuelves a mirar a través de la ventana, mudo, obligado a reir, a espantar la oscuridad con un grito de júbilo, a cacarear y golpear con orgullo tu pecho, a fingir no sentir dolor.

(A no recordar como es esperarla)