28 de marzo de 2010

Dichoso momento


Lo primero es tener en cuenta que ésto no solucionará nada. Ni por asomo. Ya que siendo (¿por qué no?) sinceros este entuerto en general tiene difícil arreglo. Porque pasan los días y el ingenio se agota.

Lo triste es que tiene tánto de cierto como de penoso. Bien, me explico:


Por propia experiencia sé que la historia de un iluso suele escribirse en partes sucesivas. Una tras otra. Y cuando empiezas con ella no puedes parar. Te atrapa. Ves como la tinta narra lo que tú en realidad temes, porque lo que si es cierto es que un iluso suele defraudar a su público, ya sea objetivo o no (pero eso es irse del tema). La cuestión es que te enfrentas cara a cara con alguien así y la primera imagen que ronda tu cabeza es un ave cayendo. No sé si os habrá pasado pero yo cada vez que escribo un nuevo capítulo el ave roza más el suelo.


Y cierras los ojos y piensas... "¿alguna cara nueva?". Joder, hay millones de ellas. Pero tras esas millones un iluso solo ve dos, gracias (todo sea dicho) al espejo que tiene delante.

Incoherentemente cada cierto tiempo se reza a sí mismo por su salvación (como buen iluso), se lava la cara con jabón y a otra cosa. Pero cuando lo reflexionas desde fuera cada persona vive su propio mundo, y esa otra cosa no es más que una ilusión.


(Es como esculpir piedra con un pepino )