2 de noviembre de 2007

Primer escalón (Segunda Parte)


Bajaba las escaleras con lentitud, mirándo cada ocho segundos a su izquierda para verse reflejado en aquel inmenso espejo. Nunca había estado tan nervioso, creía recordar que nunca había respirado con tanta dificultad; pero claro, no era precisamente un tarde de invierno como otra cualquiera. Mientras simulaba rezar intentaba secar esa mezcla de lágrimas y sangre de su cara, pero su mano no paraba de temblar. Y no podía parar de llorar. Pese a la falta de luz sus ojos brillaban como luciérnagas, alumbrando a su paso el siguiente peldaño. Y el siguiente. De las delicadas muescas de las paredes surgían, tímidamente, débiles susurros de viento que le silbaban y atormentaban, moviendo sutilmente los pelos de su cara, apartándolos de sus ojos. Pedazos de su desarraigada infancia nacían como destellos en su mente, recuerdos incompletos que se negaba siquiera a mencionar, momentos que por siempre gozarán destrozando sus ilusiones. El más profundo de los silencios le acompañaba, acompasaba cada uno de sus pasos. Un oscuro remordimiento le ayudaba a seguir bajando pálido e inerte como una hoja que cae antes de tiempo en otoño, cobarde como nunca antes había sido. Y sin atreverse a mirar hacia arriba encaró su último paso casi sin fuerzas, sujetó su propio cuerpo con ambas manos apoyadas en la pared y bajó el primer escalón de una escalera que nadie volvería a subir.