31 de julio de 2007

Jugando a ser García Márquez


Que nunca viera cómo amanece, tocar la nieve, sentir el viento en su cara, la luz en sus ojos. Que nunca sintiese dolor, amor, gula... que nunca gozase con la virtud de hacer reir a la gente. Jugar a ser aquel mono que llora cada vez que anochece, hundirse poco a poco entre las sábana y fundir todos sus sentimientos en una sola carta. Que siempre espera ver la reacción de quién le acompaña para darle una palmadita en la espalda. Ser el hombre cuyo libido y ego frenan sus propios institos altruistas, sus principios más primitivos. Parecer seguro en cada paso al caminar, titubear por dentro pensando en el solo hecho de avanzar. Cacarear orgulloso sus hazañas, apaliar su mirada mientra las recita cabizbajo. Truncando cada decisión se acerca con frivolidad a la salida, para después volver corriendo y jadeando cada lamento que le susurró aquella noche. Simular estar seguro de cuanto cantas.

(Vulgar juego, bonito fracaso)

28 de julio de 2007

Sin alas para volar


...Soñar...Soñar que no hay nada que atenúe tu estado de ánimo, que a quien más quieres duerme a solo dos suspiros de tí. Saber que no tienes que temer por ella, que no vas a olvidar como huele su pelo ni la increible manera que tiene de hacerte sentir bien cuando está a tu lado. Imaginarse capaz de hacerla sentir especial... cómo es para tí.



...Despertar... Abres los ojos y te encuentras mirando a la pared de tu habitación, con los pies helados y las últimas lágrimas aún en la cara. Recuerdas su belleza, su mirada, la última vez que le dijiste "te quiero" y sientes como necesitas decirselo una vez más. Recuerdas como sollozabas cuando la imaginabas a tu lado... sonriendo.

12 de julio de 2007

3. Un solo segundo

Decía que sus sueños tenían algo de profanos por lo alejados que se situaban de la idea de divinidad. Un solo segundo le bastó para saberse dependiente de aquel recuerdo, de aquella imagen, habiendo intentado apartarlo de su memoria a cada instante.


Curiosa como todas y valiente como pocas inclinó ligeramente la cabeza, buscándola. Se situó firme delante de la puerta y la abrió con un ligero empujón, esperando así que la estridente melodía cesara. No imaginaba como sería esbozar en el aire todo lo que en ese momento sentía, aquel miedo que evitaba que pudiera dar un paso sin titubear, que pudiera alzar la cabeza y buscar. No podía más que dejarse llevar por la voz y la música, por la curiosidad y la incertidumbre, por una inexplicable necesidad de hacerse daño.

Abrazó fuertemente a su peludo confidente e intentó adentrarse en la habitación sin recitar aquella oración. Una intensa bruma nublaba su mirada y bailaba jubilosa alrededor de su pelo; aturdiendola, seduciéndola. Sin estar muy segura de lo que hacía balanceaba sus pies uno tras otro, adentrándose en un paraiso dónde sus sentidos e ilusiones se entrelazaban. Una cegadora luz la golpeó, dificultando su respiración, sumergiendola en un sueño; de él bajó mecida hasta una nube, quedando de cara a la bañera. De repente un violento baño emergío de la oscuridad, dando forma a una pobre e indefensa figura deshecha en su suave lecho, inmóvil en un inerte marco de agua carmín.

El sólo reflejo de sus ojos delataba cuánto iba a suponer aquella pérdida, cuánto podía suponer el hecho de que una madre rompiera en un solo segundo cualquier indicio de futura confianza, voluntad o seguridad. Sin poder entrelazar dos caladas seguidas soltó inconsciente a su oso, volvió la cabeza y, sin darse cuenta de cuanto podía aquello suponer, se atrevió a leer lo que el vapor había dibujado en aquella pared:

"Sólo los locos entran dónde los ángeles temen asomarse. No estas sola"