2 de mayo de 2007

(Untitled)


Hola, te traigo otro charco de sangre y de nuevo la ceja rota. He vuelto a olvidar tomarme las dichosas pastillas, por lo que terminé en aquel antro, pensando en ti y bebiendo como si de ello dependiera. A medida que pasaba el tiempo me sumergía en ese puto ambiente nostálgico e iba acumulando ira, aún a sabiendas de que volvería a casa mirando a las nubes mientras cojeaba.

Nunca te lo había dicho antes pero todo cuanto pasamos lo guardo en esa caja que encontré bajo tu cama, cada foto que nos echamos y cada sonrisa que me regalaste. Temía encontrarme contigo de cara esta noche, ya no me sonaba nada de lo que había pensado decirte y había borrado de la memoria de qué manera debía cogerte la mano mientras te recitaba esa poesía. Joder, aún sigo recordando cómo olía la ropa después de varios Camel.

Y bajo la triste luz de una bombilla me doy cuenta de lo mucho que merece la pena querer llorar por algo tan nocivo, de lo que cuesta dormir mientras te golpea la cabeza y de lo mucho que me ha gustado tu odio.
(Cómo odio cuando te recoges el pelo así)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sabía que podías hacerlo ;)

Anónimo dijo...

¡El que se recoge el pelo eres tú! ¡Ahora encaja todo!