3 de julio de 2008

Noche



Pudo haberse pasado la vida colgado de un deseo, que para cuando pensaran en ayudarle le habría surgido una banda morada en el cuello. Aún así enlazó la cuerda como mejor supo, colando entre los nudos lágrimas de su frente y suspiros de sus ojos. Bajo las estrellas de aquella sombría noche creyó dibujar una sonrisa al cielo, bebiendo de cada aliento su más inspirada codicia. Pero nunca gozó de dos segundos de autoestima, aún a pesar de cruzar cada tres meses la estrecha grieta que separaba la razón y el amor, el miedo y el dolor.


Y qué infeliz es la luna cuando murmura con temor el ruido frenético de la noche.

1 comentario:

Nachete dijo...

Dame un poco de tu magia,
dame ahora...

...y dame mañana.


Envidia, señor Alfonso, pura envidia te tengo.

"Y qué infeliz es la luna cuando murmura con temor el ruido frenético de la noche."


¿Eso de donde coño sale? ¿Qué pasa? ¿Que no escribes en cien años para después dejarnos a todos los demás (pobres mediocres) por los suelos?

No es justo, que alguien le pegue un tiro a este hombre. Que no le sorprenda a nadie que un compañero de piso lo mate.