
Que cosa más rara, ¿no?.
Y un día ella llegó, a sus 60 y pico, vieja y arrugada, dolida y angustiada, sosteniendo en la mano derecha un hacha. Tenía esa mirada loca que la hacía tan especial. Murmuraba algo ininteligible y superficial, así durante horas, hasta gritar y desaparecer. Nadie tuvo miedo hasta entonces.
Y nadie lo volvió a tener jamás.
(Nada en especial)
2 comentarios:
Woww!! muy especial... me transmiste un poco a la "verdad"...
Estás fatal.
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